lunes, 27 de octubre de 2008

sábado, 25 de octubre de 2008

Diálogo IV

Jhanus: - Maximus, me gustaría encontrar las palabras exactas, aquellas que me permitan empezar a relatar mis pensamientos de la forma mas simple, sin caer en la inmadurez ni en el relato inocente, utópico, infantil. Me sorprende. Me decepciona permanentemente muchas acciones de la humanidad, veo a la misma que basa todo en la mentira, el engaño.

Maximus: - Las palabras, componentes de nuestro lenguaje, son una interesante herramienta. Por supuesto que no necesitas las complejidades, y las utopías de hoy pueden ser las bases de un futuro. Alguien pensó alguna vez que el capitalismo tambalearía?
Con respecto a la mentira podemos reflexionar sobre una definición: "Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa".

Jhanus: - Es una definición simple, me gusta, justamente es lo que observo, es lo que escucho en mis diálogos con las personas, esa complicidad frustrante, que te salpica, te involucra, te hace parte. Aceptación. Sabemos que nos mienten los representantes del poder, pero sin embargo los apañamos: "si todos roban, este al menos parece que algo hace" una frase que escucho muy a menudo. Al mismo tiempo cuando la presidente anuncia nuevas medidas, la "oposición" (ideológica) se esconde bajo la hipocrecia, y sale al ruedo con la mentira.

Maximus: - Es la impunidad. Sin duda basada en la quietud y la falta de compromiso social. Tal vez esa desunión, esa apatía, sea generada por la falta de visión de un futuro distinto. La falta de interés hace que los políticos tengan un terreno sumamente fertil para poder sembrar sus mentiras.

Jhanus: - Sin duda. Con respecto a la falta de interés, fijate como un asesinato de un persona con título es totalmente diferente al de una persona "común", es más, a éste ser humano lo llaman de la misma manera que su título universitario, que triste. No es un peón de albañil, es "otro fulano" pero con graduación académica. En menos de 48 horas ya tenían al asesino, sin mucha investigación "cayó algún perejil con portación de cara". Los vecinos se juntaron y el mismo intendente habló ante las masas sedientas de "seguridad y justicia" unas masas que he visto golpeando algún utensilio de cocina no hace mucho...

Maximus: - Es significativo ese interés permanente por diferenciarse de los demás, de pensar (y exigir) que ellos se merecen una justicia de mejor calidad que otras personas, el estado debe garantizar que todo ciudadano tenga los mismos, exactamente los mismos derechos, sin importar absolutamente ninguna distinción, y mucho menos económica. Aquí dije una verdad, pero parece que es una frase hueca, utópica, inmadura y estéril para los tiempos que corren...

Jhanus: - Sabemos que la gran desigualdad que existe es cultural, ideológica y netamente económica, el racismo, esa caracterización tan típica he visto que se apacigua con una buena billetera. Los títulos de grado le dan a un ser humano una distinción totalmente distinta que a un ser humano que tal vez no halla cursado ni la primaria siquiera, claro! el primero "tiene un valor agregado" estudio, pudo formarse. Ahora si el segundo es heredero de una fortuna seguramente pasará a formar parte de la selecta sociedad.

Maximus: - Comprendo tus pensamientos. Destaco algo que dijiste. Si vivimos una mentira, si sabemos, somos concientes de que nos mienten, cuál es la verdad entonces? disfrutamos de esto? hay una especie de apatía o perversión?

Jhanus: - Creo que todo está claramente delineado. Los poderosos exigen su mundo, los demás, el resto comen la miseria, se conforman, viven el circo permanente y el agotamiento. Por qué cuando el tema toca al mismo nivel social, se genera un estallido sin igual? Por qué no sucede lo mismo cuando los maestros piden mejores condiciones o los alumnos solicitan becas de estudio o condiciones edilicias dignas?

Maximus: - Sin duda esa masa que estalla por aquellos temas puntuales de manejo de poder ya tienen a sus hijos en escuelas de lujo, seguramente ellos no se ven afectados por la falta de clases del ciclo lectivo, y sin duda cuidan su descendencia, aquella que estará preparada para continuar con el mismo pensamiento socio-cultural.

Jhanus: - Está todo preparado? está todo designado de antemano, hay una posibilidad de poder obtener alguna vez la verdad? de poder salir a las calles simplemente con la verdad y no con la conveniencia?

Maximus: - Es algo que solamente necesita ejercitarse, todo tiene un comienzo, un despertar...


jueves, 23 de octubre de 2008

La red cósmica, una porción del rompecabezas infinito (II)

Continuación del capítulo 1: la llave.


Es muy largo de contar Ulises, pero prometo que si tienes algo de tiempo te lo contaré todo.
-Claro que tengo tiempo, por favor, somos amigos viejo, ¿estás metido en problemas?- Ulises comenzaba a preocuparse, pero Agustín no demostraba el mas mínimo de los temores.
-Muy bien, te contaré,-dijo Agustín- al menos hoy te diré algunas cosas, todo me sería imposible, porque es una historia de hace mas de treinta años atrás.
- ¿Tanto tiempo?, ¿y cómo es que nunca me has dicho nada?, ¿y encima guardas esto en un cajoncito como si fuera cualquiera de tus porquerías?- dijo Ulises mientras abría uno de tantos pequeños receptáculos.
Agustín mirando hacia la puerta dijo:-“Si quieres esconder algo simplemente déjalo a la vista de todos”.
-¿Pero que tiene esto de extraordinario?-dijo Ulises- ¿es de plata acaso?- mientras comenzaba a pasarlo de mano en mano como si tuviera una pequeña pelota.
Agustín dijo:
-No precisamente, es una aleación, tal vez su valor en metálico no sea de unos cuantos pesos, pero lo importante de este objeto que posees en tus manos Ulises, no sea tal vez su valor monetario, lo importante de este objeto es que se trata de una llave.
-¿Una llave?-dijo Ulises intrigado, tomando el objeto entre sus dos manos y mirándolo esta vez más de cerca-. Yo no lo veo parecido a una llave.
Ambos se quedaron unos minutos en silencio, hasta que la campanilla de la puerta sonó:
-Buenas tardes –dijo una voz masculina- Agustín tomo se pequeño tesoro y lo colocó en el cajoncito, miró a Ulises y en voz muy tenue le dijo: -no te muevas de aquí-. Acto seguido salio al encuentro de aquel personaje.
-¿Qué tal señor Ramírez, cómo está usted? –dijo Agustín en un extraño tono de voz.
Ramírez era una montaña de ser humano, un tipo gigante, piel oscura y mirada de muy pocos amigos, llevaba puesto un traje oscuro, miró con severidad a Agustín y le dijo:
-Yo estoy perfectamente bien señor Agustín, pero mi jefe, el señor Citrik, se encuentra algo nervioso y ansioso.
- Lo sé, lo sé señor Ramírez, y lo entiendo, entiendo su ansiedad, pero dígale que mañana mismo estaré en el Museo Nacional de Bellas Artes, recibiendo los paquetes que son de su mayor interés.
Ulises no se movió de su lugar, escuchaba atentamente la conversación, al principio el sujeto no noto la presencia de él, luego alzó la mirada y mirándolo fijo dijo:
-Espero que no halla ningún tipo de inconveniente señor Agustín, como así también el Señor Citrik espera absoluta reserva sobre el tema, ¿no es así?
Pronto Agustín se dio cuenta a que se refería Ramírez y dijo:
-¡Por supuesto!, el muchacho es mi sobrino, solo pasó a saludarme ya que, hace mucho tiempo que no nos veíamos.
-Muy bien, muy bien Agustín, quería también aclararle que estaremos muy cerca de usted mañana, que lo seguiremos, por cualquier percance, claro está.
-De acuerdo señor Ramírez, pero aclárele al Señor Citrik que debo analizar durante unos días la pieza en cuestión, debo poder confirmar su originalidad y eso tengo que hacerlo aquí en mi taller.
-Tengo entendido que el señor Citrik le dijo a usted que le envié una lista sobre los objetos que necesita para poder evaluar la pieza en sus oficinas, ¿no es así?
-Sí, así fue, pero yo insisto en trabajar aquí, en mi taller.
-Escúcheme Agustín, ¿por qué no hace las cosas como corresponde? Lo único que va a lograr es que el señor Citrik se enfurezca.
-Lo sé señor Ramírez., pero le repito lo mismo que le dije al señor Citrik, soy el único que puede evaluar la originalidad de aquella pieza, soy el único que puede decirle la verdad sobre aquel objeto, y creo que lo menos que pueden darme es que yo sea quien seleccione el lugar de trabajo.
Los ojos de Ramírez se inyectaron de sangre, su mandíbula parecía que haría estallar sus dientes, y el silencio, y las miradas, todo al borde, al límite, Ulises estaba expectante, luego de unos segundos, Ramírez inspiró profundo y cambió su postura, debía jugar otra partida, menos impulsiva, más racional. Ulises no entendía absolutamente nada hasta ese momento, pero pronto su mente comenzó a asociar los pequeños fragmentos de estos sucesos, y se acerco un poco más hacia aquel pequeño cajón del escritorio.
La puerta se había abierto…
Los tres cortaron el aire con la mirada, una señora que no alcanzó a notar lo insoportable del momento, y, como si se tratara de otro instante recortado y puesto a continuación, Agustín dijo:
-¡Buen día Matilde!, ¡ya estoy con usted!, Señor Ramírez, mañana nos ponemos en contacto, muchas gracias por venir.-
El tipo quedó mal ubicado y miró a Ulises desafiante y dijo:
-Muy bien Agustín, mañana espero que no exista ninguna complicación.
Agustín cerró la puerta, miró a Ulises como burlándose del mal momento que había pasado este y pronto le hizo una señal con respecto al cajón, luego comenzó una charla con la mujer que había entrado al local. Ulises comenzó a sospechar que aquella “llave” era realmente un problema, trató de seguir mirando alguna cosa, trató de continuar su búsqueda de algún objeto para regalarle a su amigo, pero no podía, su mente tenía demasiadas imágenes que trataba de procesar.
La puerta volvió a acusar su apertura, pero esta vez era Agustín quien despedía a su clienta, cerro con llave y bajo una persiana americana, miró a Ulises con una cara parecida a la que ponen los chicos cuando hacen alguna travesura y dijo:
-Querido Ulises creo que debemos hablar.
Agustín estaba demasiado tranquilo, al menos nunca se mostró nervioso ni fuera de control, es más, parecía como disfrutar de todo aquello, con su habitual sonrisa, clavo su mirada en Ulises y le dijo:
-Ulises, mi vida corre verdadero peligro con esta gente, si aún existo, se debe a aquel tesoro oculto en el pequeño cajón.
Ulises trató de articular alguna palabra, pero antes de emitir sonido Agustín siguió.
-Espera Ulises, espera y déjame que te cuente mas sobre esta historia, necesito que sepas algunos detalles. Hace mas de treinta años conocí a un viejo y querido amigo, Ernesto Trevis, nos conocimos en un café donde solíamos juntarnos con un grupo de amigos, en su mayoría artistas. Una amiga mía me lo presentó a Ernesto una tarde de otoño, allá por el año setenta y cinco, ella aseguraba que esté muchacho iba a deslumbrarme con sus ideas, y no se equivocó.
Bueno, a partir de aquella tarde mantuve una relación inolvidable con este muchacho, recién doctorado en ciencias matemáticas, amante de la literatura, de la música, de las ciencias naturales. Todas las tardes nos encontrábamos en este café, el estaba acompañado siempre de muchos amigos, que pronto serían parte de mi vida también, allí él conoció a Sofía, quien meses mas tarde sería su mujer, luego Ernesto desapareció.
-¿Desapareció? –dijo Ulises.
-Sí, lamentablemente por aquellos años comenzaba a pronunciarse cada vez más el descontento en muchos sectores, en el año setenta y seis asume un terrible gobierno militar, Sofía y Ernesto eran militantes del partido comunista, en realidad casi todos los muchachos y chicas lo eran, había muchas ramas de las artes allí, todos comprometidos con ideas revolucionarias de izquierda. Yo sostengo que la causa de la desaparición de Ernesto no fueron los militares.
-¿Cómo es eso? –preguntó Ulises.
-Creo que Ernesto tuvo otro tipo de desaparición, pero todavía necesito contarte otras cosas más.
Antes de proseguir con el relato, Agustín se quedo pensando durante unos segundos, miró a Ulises y sintió que estaba comprometiendo a un muchacho que no tenía ni la mas mínima idea de que su vida cambiaría para siempre a partir del día de hoy. Por qué lo hacía?, muy simple, Ulises era el único amigo que le quedaba a Agustín, lo conocía de niño, conoció a su tío, sabía que él llevaría este secreto hasta lo último si algo malo llegara a ocurrirle. Luego siguió:
-Estuve casi dos años compartiendo mi vida con estos muchachos y chicas, todos los días nos juntábamos en el café, debatíamos durante horas de filosofía, de arte, de ciencia, a mí siempre me interesaron todas aquellas cosas, siempre me gusto la lectura, y tuve la suerte de encontrarme con grandes personas a lo largo de mi vida, de ellas aprendí muchísimo, y de mis oficios, la gran mayoría transmitidos como muy bien lo sabes por mi abuelo materno, del cual herede mi trabajo y este negocio que hoy ves.
Pero con Ernesto y Sofía tuve una relación más sofisticada podría decir, mas comprometida, si bien no simpatice nunca con el comunismo, ni el marxismo (dos cosas completamente distintas a mi entender), si me interesaban algunos proyectos que estaba desarrollando Ernesto. Pronto el café empezó a ser un lugar de represión militar, y ya empezamos a notar la desaparición de muchos amigos de todos los días, esto era muy terrible, ya que al principio no lográbamos visualizar el tamaño de aquella atroz matanza de tantas personas maravillosas. Entonces comenzamos a parar en distintas casas, empezamos a separarnos y encontrarnos en puntos distintos a los que solíamos frecuentar.
Un día voy a la casa de Ernesto, recuerdo que estábamos con en grupo no muy grande de personas, la mayoría amigas de Sofía, Ernesto me hizo señas y me dijo que tenía algo maravilloso para compartir conmigo, para ese entonces Ernesto me apreciaba muchísimo, te puedo decir Ulises que éramos como hermanos.
Luego de atravesar un corredor, llegamos a una habitación, allí Ernesto tenía unos cuantos muebles antiguos que siempre me encantaron, me pidió que lo ayude a correr un enorme armario. Aquí comienza la verdadera historia que cambiaría mi vida para siempre, y hoy mi querido Ulises la tuya.
Ulises estaba totalmente concentrado en el relato de Agustín, pero realmente se encontraba confundido, tenía muchas preguntas que hacer, pero prefirió seguir escuchando aquel relato, y quería saber más acerca de aquella misteriosa llave. Y dijo:
-¿Qué sucedió luego, que pasó con el armario?
-Bueno, allí Ernesto tenía guardado su mayor proyecto, era la realización de una de las ideas mas osadas en la historia de la humanidad.
Ernesto fue un gran escritor también, no solo escribió textos matemáticos sino que también lo hizo sobre ciencia ficción, pronto todos sus libros fueron prohibidos por el gobierno de facto y allí fue donde terminó y publicó uno de los libros que le daría la inmortalidad como escritor: “La red cósmica, una porción del rompecabezas infinito”:Agustín camino hacía un armario que poseía en uno de los pasillos, tomó una llave que parecía estar de muestra y abrió una de las puertas, sacó unos libros de allí y volvió a caminar hacia Ulises, estiró su mano ofreciéndoselo a Ulises, quien rápidamente lo tomó, era un volumen de aquel libro “La red…”.

martes, 14 de octubre de 2008

Shine on you crazy diamond...

Cuando todo comenzó, cuando la gran explosión sobrevino y los constituyentes básicos se dieron lugar, esta música se dispersó en la totalidad del espacio tiempo. Si aún no te introdujiste en esta música, te lo recomiendo, animate, animate a sentir esa fusión maravillosa de acordes, de mezcla instrumental, te aseguro que hallaras puntos en tu ser que te permitirán sostener un universo.
Apaga todo, sentate en tu lugar favorito, cerrá tus ojos y viaja...
Boomp3.com

lunes, 13 de octubre de 2008

La red cósmica, una porción del infinito rompecabezas.

Capitulo 1: la llave.


Ulises subió al subte 13:32, para él era como viajar en una máquina del tiempo, de pequeño siempre sintió fascinación por éste vehículo, las puertas reflejaban las luces amarillas, mezcladas con el penetrante olor a grasa de las vías y el húmedo ambiente del subsuelo, era sin duda otro mundo, un gran laberinto, el tren recorrería su ruta estipulada, pero seguramente existían otros trayectos que no se mostraban.
Ulises se acercó a la puerta unos metros antes de que el subte parara en la estación, miró una publicidad despegada que estaba encima de las desgastadas puertas.
Siguió su camino hacia el negocio de un viejo amigo, ubicado dentro de aquel túnel, Ulises conocía a Agustín hacia muchos años, allí pasaba horas maravillado.
Antes de ingresar al local miró por los vidrios de aquellas puertas, había pocos curiosos aquella tarde. Las puertas lejanas hasta el techo en altura, movieron una especie de llamador de ángeles y el sonido comenzó a jugar, rebotando con cada uno de los objetos (incalculables) del lugar.
El local era angosto, pero largo, muy largo, techos altísimos, cada pretendido objeto tenía su lugar y su precio en prolijas etiquetas de cartón atadas a un delgado hilo, Ulises sonrió al recibir de parte de sus sentidos toda aquella magia, sobre todo aquel aroma, aquellos olores que estaban grabados en su mente desde niño. Pero… ¿qué es lo que había allí?, de todo… todo lo que jamás uno podría llegar a imaginar, un verdadero salón de porquerías y trastos viejos, pero reacondicionados por Agustín.
Claro, ¿uno se preguntaría que hace una persona allí?, ¿qué clase de cuerdo compra algo en este lugar para regalarle a un amigo? Bueno, aquellos trastos viejos bien reacondicionados eran objetos muy ingeniosos, verdaderamente únicos y originales, hasta me atrevería a decir que se trataban de piezas de colección.
Agustín estaba en su diminuto cuarto de “restaurador”, grabando unas iniciales en una lámpara para un cliente que esperaba en el lugar.
El tallercito de Agustín era de dos metros cuadrados, había un escritorio de madera tallada, perfectamente lustrado, inundado de pequeños cajones donde guardaba herramientas de todo calibre y forma: tornillos, tuercas, arandelas, alambres, pegamentos; cada cajón poseía una etiqueta, la luz de aquel cuarto era muy potente, Agustín parecía una especie de viejo profeta iluminado, concentrado siempre en su trabajo, cada pieza que él tocaba era única, irrepetible y llevaba sin duda su estilo y su sello personal, sus oficios eran incalculables: restaurador, tornero, carpintero, ebanista, en verdadero melómano, relojero, curador, también tenía fama de hechicero, mago, conocía mucho de historia del arte, paleontología, hermenéutica, pero su verdadera pasión era coleccionar objetos que para la gran mayoría eran descarte, y convertirlos en piezas de arte.
Agustín levantó su cabeza y al ver a Ulises dijo en tono serio: - ¿Qué haces aquí?-.
-¡Cómo andas Agustín!-, -contestó Ulises-. Vine a buscar un regalo para un amigo, creo que este es el lugar indicado., ¿Tu que opinas?
– ¿Éstas apurado? -Contesto Agustín-, mientras una sonrisa se le dibujaba en el rostro.
- No viejo, pero al menos podrías darme un abrazo, ¿no?-. –dijo Ulises devolviéndole la sonrisa, y pronto se unieron en un abrazo de verdaderos amigos. Luego Agustín dijo:
-¡Cómo andas nene!
- Bien, muy bien viejo.
- En un instante estoy contigo.
- Termina tranquilo Agustín, mientras miro algunas cositas entre toda esta montaña de porquerías típicas de un viejo maniático –dijo Ulises
- “Estas porquerías”, hoy te asombraran pequeño Ulises, ya lo veras.
Ulises conocía al viejo hace más de veinticinco años, el tío lo traía de paseo cuando tenía tan solo diez años de edad, recordaba que siempre quedaba impresionado durante muchos días luego de la visita a aquel lugar, desde entonces, y a pesar de la desaparición de su tío, Ulises seguía yendo a visitar a su entrañable amigo, y sin duda también se llevaba alguna cosita, para luego mandarse la parte con sus amigos.
Rumbo a uno de los pasillos Ulises se encontró con una maravillosa colección de relojes, de todo tipo, tamaño, forma, colores, todos funcionaban, pero no todos daban la misma hora, algunos poseían carteles, explicando que tipo de “hora” ofrecía:
“Imposible poner en hora hasta dentro de cuatrocientos sesenta y tres años”. , Otro aseguraba: “Para usar en el pacífico a mil doscientos metros sobre el nivel del mar, en verano”. Uno mas arriba decía: “La tolerancia de error de esta maravillosa maquinaria es de una diezmillonésima de segundo cada dos mil trescientos cuatro años, setenta meses bisiestos y doce lunas nuevas”.

- Adiós señor Agustín, muy amable por su atención-. – Exclamo una señora- Ulises se dio vuelta y vio a Agustín parado junto a la puerta mirándolo.
- ¿Qué encontraste amigo?- Dijo Agustín sonriendo.
- No he visto nada que me interese por ahora, creo que deberás ayudarme-. –Contesto Ulises.
Agustín camino apresuradamente hacia su oficina en miniatura, era ideal para su pequeño tamaño, era un hombre de unos cincuenta y tantos años, con una cara de niño, anteojos con muchísimo aumento, su ropa siempre estaba impecable, era su forma de ser, el local era una imagen de las ideas que poseía este increíble humano. Ulises estiró el cuello para ver que estaba haciendo su amigo, este con grandes ojos le dijo:
- Acércate aquí por favor, quiero mostrarte algo-. Su voz era muy tenue, como si solo quisiera que Ulises pudiera escucharlo, como si un secreto estaría a punto de revelarse. Luego dijo:
- Siéntate hijo por favor –mientras señalaba una silla- .
Agustín se aseguro que nadie entrara en ese momento, estiro su mano hacia uno de los pequeños cajones de su escritorio y sacó un paño azul oscuro.
-Toma, descubre esto por favor -Dijo Agustín.
Ulises pudo notar el peso de aquel paño sobre su mano, con mucho cuidado lo apoyo sobre sus rodillas, y poco a poco lo desenrollo, pronto una especie de objeto metálico se dejo entrever, no era mas grande que su palma, plateado, con forma de prisma, tenía grabado unos extraños dibujos cuyos colores parecían variar de intensidad.
- No se que es esto viejo, pero sin duda lo quiero, esto es lo que estaba buscando-dijo un Ulises entusiasmadísimo.
-Lo siento mi querido amigo, lo que tienes en la mano en este momento es mi propia vida en juego-dijo Agustín con ojos de niño travieso.
-¡Por favor!, no creo ni una sola de tus palabras, ¿de dónde sacaste esto?- Ulises estaba cada vez mas entusiasmado.
-No levantes mucho la voz, escúchame bien, este objeto es uno de los más buscados en este momento por mucha gente, entre ellos políticos muy pesados-.
-¿Políticos muy pesados?, ¿a que te refieres?-Ulises comprendió que su amigo no bromeaba...

domingo, 5 de octubre de 2008

Diálogo III

El escenario es la casa de Maximus, pequeña, pero atestada de discos y libros, en lo alto de un viejo edificio, con triste vista hacia esqueletos de cemento, dos amigos disfrutan de la música, del diálogo, de ese que no imprime billetes, solo enriquece el alma.

Escuchando John Coltrane ...

Jhanus: Maximus, crees que la música es elitista?
Maximus: (pensativo) Entiendo tu pregunta, lo que queres decir es si los humanos la utilizamos como una distinción de clases, la música al desnudo no tiene etiquetas...
Jhanus: Sin duda ese es mi interrogante, la música es un medio elitista?
Maximus: Deberíamos dar un comienzo a esta pregunta, parece inocente, pero encierra varias cuestiones...
Jhanus: Cuál sería nuestro punto de partida?
Maximus: No podemos saber cual es la totalidad de las opiniones al respecto, entonces intentemos formar una idea en común vos y yo, una idea que justifique este espacio-tiempo, luego intentemos trasladarla a otro lugar. Cuél es tu sensación al respecto?
Jhanus: Creo que existe una etiqueta elitista en la música. Me sucede que suelo establecer prejuicios ante determinado tipo de música. Es como el ejemplo de la música clásica, una música vinculada a la intelectualidad, o a las clases sociales altas.
Maximus: Hoy los medios nos permiten otra visión. Décadas atrás era realmente un tesoro disponer de aquellos amados discos, los medios masivos eran clásicos y tenían facilidad para no innovar demasiado. Pero en algún momento he descubierto el jazz. Y no me influenció nadie de la alta elite. La música "clasica" era el jazz en casa. Mozart, Bach, Vivaldi, Beethoven, también sonaban por los enormes ventanales de soles otoñales, pero el jazz llevaba la delantera, inclusive
al tango.
Jhanus: Las modas son atrevidas, no?
Maximus: Si. Las modas retrasan, pero al mismo tiempo ayudan a los que avanzan. El tema es que las masas necesitan sentirse abrigadas por lo común, allí se descansa bien, o decir que uno escucha tal o cual música porque en la intimidad del circulo se hace, o vestir, inclusive hablar como los ídolos musicales, es algo que acompaña a la trágica moda. Pero hablemos de la música que nos conmueve, a mi el jazz me conmueve.
Jhanus: A mi también...
Maximus: Me conmueve ese lenguaje, esa sensación de necesidad del alma. Me atrae la improvisación como base del diálogo.
Jhanus: Que tema la improvisación, ese manera de poder llevar adelante ese torbellino vertiginoso y al mismo tiempo coherente, siempre pensé en esa relación de los músicos entre sí, en el momento de creación, esa intimidad tan lograda, tan maravillosa, que tal vez, no se daba en el diálogo de palabras.
Maximus: La música es la excusa perfecta para las relaciones donde la palabra no logra perpetuar esa coherencia.
Jhanus: Y las elites? crean la música o la adoptan como propia?
Maximus: Creo que hay un aire intelectual en algunas tendencias musicales. El intelectualismo de bares y encuentros abría las puertas a todo aquellos que venía "importado" el jazz era una de esas corrientes, sus mejores interpretes eran la gran mayoría descendientes de esclavos. El jazz es punto de partida de muchos estilos músicales.
Jhanus: He conocido gente que destaca el jazz como un gusto de elite, como algo que debe sonar en bares y programas de tendencia aristocrática.
Maximus: Hablemos del sentimiento que ocaciona la música, cualquier música, esa que te hace desprender, que te envía a otro plano, no importa que género, estilo, estadística de venta...
Jhanus: La música tiene esa posibilidad, puede entrar en el alma, es esa puerta que se abre y solo tenes que dejarla ingresar. Todos tendrán este concepto?
Maximus: No creo. No creo que este sea el único, sin duda no es el mas comercial...
Jhanus: La música necesita de lo comercial? es su esclava?
Maximus: Escucha, escucha a Coltrane, no es la libertad misma explicando este instante?
Jhanus: Es increible, puede contar un sentimiento...
Maximus: No será Coltrane el instrumento después de todo?
Jhanus: ...

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