domingo, 23 de noviembre de 2008

La red cósmica, una porción del rompecabezas infinito III

Continuación del capítulo 1: la llave.


Ese libro que tienes en la mano Ulises, es un relato que apareció en el setenta y siete, poco antes de la desaparición de Ernesto, es un libro que salió como ciencia ficción, pero que en realidad no era tan ficción.

Luego de mover aquel mueble pronto Ernesto me señalo una especie de manija que venía desde el suelo, cada uno de nosotros jalamos una de aquellas manijas y pronto se abrieron dos puertas, ¡claro!, imagínate mi cara, imagínate mi sorpresa al ver aquello, lo primero que imagine es que sería una especie de refugio donde Ernesto y Sofía pasarían a la tan obligada clandestinidad, pero no, no era solo un refugio, era en realidad una biblioteca, una biblioteca subterránea, una especie de santuario.

Pronto descendimos una delgada escalera, el lugar estaba perfectamente iluminado, yo no dejaba de sorprenderme por todo aquello, entonces en ese instante Ernesto me dijo:

-Agustín, quiero que seas el primero en conocer, éste mi lugar, mi estudio, donde di forma a uno de los proyectos más maravillosos de todos los tiempos.

El lugar era bastante amplio, lleno de libros, formulas matemáticas en las paredes que simulaban ser pizarrones, pero lo que yo no había descubierto aun era el tan preciado proyecto de Ernesto. Un tablero, lo llamo así para que te hagas una idea Ulises, un tablero decía con un sin fin de relojes, lámparas, instrumentos de medición, cables, y muchas otras cosas que no podía comprender muy bien que era en ese momento.

Luego Ernesto me acerco una caja, muy parecida a las que contienen habanos y me pidió que la abra. Allí estaba lo que tú acabas de ver en el cajón aquel, era la primera vez que veía la “llave”.

Ulises aprovecha la pausa que realizó Agustín para preguntar:

-Pero, a ver Agustín, ¿qué me quieres decir con todo esto, es real?, ¿es una historia imaginaria?, ¿qué tiene que ver con ese mafioso que hace una hora entro en tu local?

Agustín prosiguió:

-Todo lo que te cuento es real, es algo que no puedo demostrarte ahora Ulises porque me faltan partes de ese rompecabezas que hablaba Ernesto, con respecto al “mafioso” que entro al local, puedo decirte que en esa época conocí también a Joaquín Citrik (recuerdas que este tipo de recién me nombró un tal Citrik), un muchacho más grande que nosotros, un tipo que me resulto raro desde la primera vez que lo vi, un tipo que no era muy allegado a Ernesto, pero que permanecía en el circulo de personas que debatíamos sobre las inquietudes de aquellos días, Citrik estudiaba leyes, pero siempre sintió una curiosidad por la vida de Ernesto, mucho tiempo después se decía que él participaba de los escuadrones de la muerte, como una especie de informante, todos comenzaron a desvincularse de este tipo, y luego supe que se exilio en diversos países.

Pero volvamos al sótano aquel, ese día en particular, esa llave, ese momento. Ernesto me confiesa que él siguió durante mucho tiempo el estudio de una antigua civilización, una civilización que logró vencer las barreras del espacio y del tiempo, que aquello que yo veía delante de mí era una suerte de “puerta temporal”, un salto hacía la totalidad del conocimiento, hacía la inmensidad del”hipertiempo”.

Te confieso que nunca dude de Ernesto, jamás puse en duda nada de lo que me decía, muchas veces otros amigos hablaban de una supuesta crisis de locura por parte de Ernesto, pero yo puedo afirmar que no había ningún signo de dicha locura.

Aquella llave, iría colocada en un alojamiento hecho de las mismas dimensiones y mediante una clave correspondiente se “abriría la puerta”. Nunca pude ver si dicha puerta funcionaba, nunca me confeso él si ya lo había intentado, siempre me dijo que le faltaba algunos detalles que quería pulir, y sobre todo que su mujer, Sofía, nada sabía aún de este proyecto, ya que ella temía un poco por aquellas ideas de Ernesto, no por su veracidad, sino por lo que podría ocurrir si aquello salía de aquellas paredes.

-¿Dónde obtuvo la llave Trevis? –preguntó Ulises.

-Bueno, mucho no pude saber de aquello, pero él tuvo conocimiento de esto por un famoso antropólogo, este pudo haber sido quien la haya facilitado la llave, con la esperanza de que Ernesto construyera lo demás.

Cuando me marche de allí aquel día, sentí que muchas cosas no eran como todos pensábamos, que aquello sería una verdadera revolución, no estaba muy al tanto, no poseía aun muchos detalles, con el pasar de los meses, Ernesto comenzó a ocultarse cada vez más, no se veía tanto en público y nosotros intentábamos llevarle las últimas novedades de lo que ocurría.

Un día Sofía salió por unas horas a visitar a unos amigos, cuando regreso se dio cuenta que su casa había sido “visitada” por monigotes del ejército, Sofía iba acompañada, y al ver esto le sugirieron no entrar allí, no permanecer cerca, ella envuelta en una crisis igualmente insistió en entrar, y se encontró con que habían revuelto todo, muchas cosas ya no estaban, todo era un caos, corrió rápidamente hacia el cuarto secreto y pudo notar que no se habían dado cuento de su existencia, pero Ernesto no se encontraba allí.

Nunca más volvimos a saber nada de él. No se supo mas nada de su existencia.

A los pocas semanas Sofía me llama con la intención de decirme algo. Mientras tanto el ejército vino hasta aquí a hacerme “unas preguntas”, pero yo no estaba y mi abuelo era un tipo que no salía de acá, al ver que no existía ningún tipo de “peligro” entre tantas porquerías juntas, luego de revisar todo se fueron y nunca más volvieron a aparecer. Yo logré juntarme con Sofía y ella me ofreció los dos tomos de la red, y la “llave”, me dio unos cuadernos con algunas anotaciones de Ernesto y me dijo que se irá del país, que para ella todo había finalmente terminado.

Imagínate que para mí era algo que me destruía el alma, pensar que mi amigo había desaparecido, que su mujer debía marcharse y que yo sería el único que debería conservar aquel objeto enigmático, me llevo a una obsesión tal que, hasta hoy, continúa modificando mi vida.

Ulises se mantenía casi hundido en una especie de sueño, proyectaba una película en su mente, su espacio habitual, su entorno, casi parecía un torbellino de colores y objetos deformados, cuando se dio cuenta que Agustín ya no hablaba más, volvió a la realidad, pero Agustín ya no estaba:

-¿Agustín, donde estás? –dijo Ulises.

-Aquí. –La voz de Agustín provenía de uno de los pasillos. Ulises se levantó enseguida y vio a Agustín subido a una pequeña escalera buscando supuestamente algo. Sacó unos cuadernos y se los ofreció a Ulises.

-Estos cuadernos fueron escritos por Ernesto, aquí explica algunos puntos sobre su invento. –dijo Agustín.

Los cuadernos (cinco en total, pequeños, de unas cincuenta páginas aproximadamente) estaban escritos en su totalidad, todo era cálculos matemáticos y gráficos, algo totalmente incomprensible para alguien que no domine la matemática.

-Esto es totalmente obsoleto para alguien que no domine las matemáticas. –dijo Ulises.

-Sí, lo sé, solo unos pocos hace treinta años atrás hubiesen podido comprender aquellos cálculos, inclusive hoy sería algo descabellado.- Agustín comenzó a mostrar un rostro completamente distinto, como agotado, como sumido en un completo fracaso.

¿Sabes si alguien mas continuo con el proyecto?, ¿qué sucedió con el sótano luego de la desaparición de Trevis?-dijo Ulises.

-La verdad Ulises –dijo Agustín- no podría contestar tu pregunta, estuve días, semanas, meses enteros mirando durante día y noche aquella llave paralizado, sin saber que hacer.

Intenté volver al lugar, intente averiguar algo, continuar con el proyecto, pero cada vez me pesaba más aquel legado, los días se me habían transformado en verdaderos infiernos...