miércoles, 30 de diciembre de 2009

Arte

Hay momentos que me invade un pensamiento, es un instante, unos pequeños minutos de recitar hacia ningún interlocutor.
Pienso en aquellos que exploran el arte, que improvisan con un instrumento, una hoja en blanco, que recitan frente a un espejo, que modelan sueños con algún material, que reinventan colores, que sueñan y construyen universos. Pienso en la libertad del ser.
Mientras tanto muchos viven tratando de convencer a sus clientes, tratando de conseguir el metal para intercambiar, misero, abundante, escaso. De aquellos que acumulan materialidad y soberbia, de aquel que llega destruido de mente y espíritu, del que día a día consume su vida como una película repetida en blanco y negro.
El arte libera el alma. El arte es una de las claves, incompletas, pero un camino para poder construir ese uni-verso, ese puente hacía el infinito.
El tiempo.
Pensar en nuestro puesto en el cosmos.
Tratar de construir a partir de ese impulso que todos llevamos como tesoro.
Quitarse del gran mundo globalizado, y la paradoja de que yo escriba en él...
El ser humano, incongruente, extra-viado, contradictorio.
Hay instantes que aparece esa revelación...
Esa especie de religiosidad cósmica, ese guiño natural.
Me vuelvo a sumergir en calendarios, en festividades agitadas de fines y comienzos...