martes, 31 de marzo de 2009

Otoño

Tarde soleada, otoño inevitable, las calles de la antigua avenida parecían distintas, con el típico reflejo anaranjado del ocaso. Cruzó la calle rumbo a la relojería.
Puso su mano en el picaporte y lo sintió un tanto frío:

- Buenas tardes! -dijo.
El dueño del local asintió con desgano, casi mecánicamente.
- Por favor -suplicó nuestro iluso personaje-podría cambiar la pila a este reloj?
El desganado propietario del antiguo local miró de costado aquel reloj:
- Interesante -exclamó.
- Por qué?
- El reloj gira en sentido contrario...
- Perdón? no comprendo.
- Fijesé, las agujas van hacia la derecha, en sentido "antihorario"
- Está bromeando, ese es el sentido "normal" de cualquier reloj del planeta!
El relojero lo miró con desconfianza, alzó su mirada apuntando a la pared...
Los relojes que colgaban como cuadros petrificados en las opacas paredes, tenían un giro hacia la izquierda, un giro pesado, rítmico, mal educado podría decirse...
- No comprendo -exclamó nuestro personaje...
- No se preocupe! tiene solución, en lo que respecta a ud, se acostumbrará, ya verá.
La cara del viejo relojero era como la de un duende maldito, complice de una locura probable del azaroso universo, de una posibilidad en mil millones, que puede sorprender a cualquier caminante un otoño anaranjado...